
La comodidad de lo incómodo
agosto 5, 2025
¿Miedo al compromiso o falta de amor?
agosto 18, 2025En toda relación de pareja hay acuerdos y también renuncias. No porque el amor exija sacrificarse, sino porque convivir implica armonizar deseos, tiempos y formas de ver la vida.
Lo sano es que esos ajustes sean mutuos: a veces cedo yo, otras cedes tú, y en el balance ambos sentimos que ganamos algo.
El problema aparece cuando uno de los dos es quien siempre hace los esfuerzos, las concesiones y las renuncias… mientras el otro apenas se mueve de su zona de comodidad. Ahí ya no hablamos de amor, sino de un desequilibrio que desgasta.
Señales de que el balance se rompió
- Eres tú quien constantemente cambia planes, rutinas o proyectos para acomodarte al otro.
- Sientes que tus necesidades están al final de la lista de prioridades.
- Las conversaciones sobre lo que quieres se evitan o terminan en discusiones.
- Empiezas a sentir resentimiento o cansancio emocional.
Por qué esto no se resuelve “amando más”
Muchos creen que si ponen más paciencia, más comprensión o más tiempo, la otra persona “se dará cuenta” y equilibrará las cosas. Pero el amor no compensa la falta de reciprocidad. Sin acuerdos mutuos, la relación se convierte en una cuerda que solo uno sostiene, y que tarde o temprano se rompe.
Cómo recuperar el equilibrio
- Reconoce el patrón
El primer paso es admitir que estás cediendo demasiado y que eso está afectando tu bienestar. - Habla desde la necesidad, no desde la culpa
Explica cómo te sientes y qué necesitas, usando frases como: “Me gustaría que encontremos un punto medio” en lugar de “Siempre hago todo yo”. - Establece límites claros
Los acuerdos deben tener un límite donde ambos puedan mantener su individualidad y sus proyectos personales. - Evalúa la disposición del otro
Si la otra persona escucha, entiende y busca soluciones contigo, hay posibilidades de restaurar el equilibrio. Si minimiza tu sentir o lo ignora, el problema no es la falta de comunicación, sino de compromiso. - Revisa tu rol en el patrón
A veces el desequilibrio persiste porque nos hemos acostumbrado a sostenerlo, creyendo que “es lo que toca” para que la relación funcione.
Cuándo ya no vale la pena seguir cediendo
Hay un punto en el que insistir deja de ser un acto de amor y se convierte en un desgaste personal. Algunas señales de que ya no compensa seguir sosteniendo la relación:
- Tus necesidades emocionales son constantemente ignoradas o minimizadas.
- La otra persona no muestra disposición a cambiar ni aunque le expreses lo importante que es para ti.
- Vives con la sensación de que tu felicidad depende exclusivamente de cuánto estés dispuesto a renunciar.
- El resentimiento y el cansancio emocional son mayores que los momentos de bienestar.
En esos casos, la pregunta no es cómo recuperar el equilibrio, sino si quieres seguir en un vínculo donde tu valor depende de cuánto te sacrifiques.
Amar no es perderse para que el otro brille. Es caminar juntos, ajustando el paso para que ambos lleguen lejos, pero sin que uno tenga que cargar siempre con el peso.
Una relación sana se mide más por el balance de esfuerzos que por la intensidad de los sentimientos. Y a veces, el acto más amoroso hacia ti mismo no es seguir cediendo, sino elegir soltar aquello que ya no te nutre.
Tu amiga,
María Luisa Cuenca
@marilupsico
+54 9 11 2773-8743
marilupsico27@gmail.com




