
Expectativas vs. Realidad: Cómo encontrar paz cuando las metas no se cumplen
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Las Navidades y la paternidad ausente
diciembre 16, 2024La Navidad tiene una magia particular: las luces, los brindis, las risas, las mesas decoradas y las promesas de unión nos envuelven en una atmósfera donde parece que todo está bien.
Es fácil dejarse llevar por la idea de que, solo porque es Navidad, todos los problemas se olvidan, como si el simple hecho de sentarnos a la mesa pudiera borrar las heridas, las tensiones y los conflictos que cargamos durante todo el año. Pero, la verdad es que los problemas no desaparecen solo porque el calendario nos dice que es tiempo de celebrar.
«No podemos ponerles un moño bonito a las cosas que no hemos resuelto ni obligarnos a estar donde no queremos estar».
En muchas familias, la Navidad viene con una especie de mandato invisible: “Es momento de unión, así que haz a un lado lo que sientes”. Nos repetimos que debemos aguantar, que es solo una noche, que el espíritu navideño nos pide perdonar y olvidar. Pero, ¿qué sucede cuando eso significa quedarnos en un lugar que nos hace daño, compartir mesa con personas que nos lastiman o fingir que todo está bien cuando no lo está?
No te equivoques: priorizar tu salud mental no te convierte en una mala persona, ni en alguien egoísta o incapaz de comprender el “verdadero sentido de la Navidad”. Al contrario, cuidar tu bienestar es un acto de valentía y amor propio.
No tienes por qué obligarte a soportar lo insoportable, ni a callar lo que te duele solo porque es una fecha especial. Tienes derecho a elegir, incluso si eso significa no estar presente o poner límites claros con quienes te han lastimado. |
En la mesa navideña, el amor no debería sentirse forzado ni condicionado. La unión real no sucede por obligación ni por apariencias; nace cuando hay respeto, empatía y un deseo sincero de compartir el momento.
Pero si ese no es tu caso, si el ambiente que te rodea te resulta pesado, injusto o te lleva a reprimirte para que “todo se vea bien”, recuerda esto: puedes retirarte. Puedes elegir tu paz antes que complacer a los demás. Puedes decidir que tu bienestar vale más que una cena, por muy importante que parezca.
Esto no significa que tengas que romper relaciones o cerrar puertas de manera definitiva. Significa que tienes derecho a decidir cuándo y cómo quieres enfrentar las situaciones que te incomodan.
«A veces, el tiempo y la distancia son necesarios para sanar; otras veces, se trata de encontrar nuevas formas de estar, donde puedas expresarte y sentirte respetada. Pero nada de eso puede suceder si te obligas a actuar como si todo estuviera bien, cuando no lo está».
Deja de lado las expectativas ajenas y la culpa que tantas veces se instala en estas fechas. No necesitas demostrarle nada a nadie. La Navidad no debería ser un espacio de incomodidad y sacrificio emocional, sino un momento donde puedas estar tranquila, rodeada de quienes te hacen bien y con quienes puedes ser tú misma.
Y si eso significa pasarla con pocas personas, en soledad o incluso cambiar las tradiciones, está bien. Porque celebrar no se trata de aguantar, sino de compartir desde el corazón, desde la autenticidad.
Es tiempo de entender que cuidar tu salud mental es el regalo más grande que puedes darte a ti misma. No te fuerces a encajar donde no perteneces, ni a compartir con quienes no te valoran.
Tu bienestar no tiene precio, ni fecha en el calendario. La Navidad puede ser lo que tú decidas que sea, incluso si eso significa poner límites o dar un paso al costado. Porque al final del día, la paz que construyes para ti misma es el verdadero sentido de cualquier celebración.
Si quieres poner esos límites pero no sabes cómo hacerlo, te invito a hacer terapia. Hay muchas herramientas que te permitirán alcanzar el bienestar emocional que te mereces.
Cuenta conmigo.
Con cariño,
María Luisa Cuenca
+54 9 11 2773-8743