
De la envidia a la inspiración: crece en lugar de compararte
septiembre 22, 2025Las formas en las que nos vinculamos con otros están en constante transformación. La inmediatez, la tecnología y el exceso de opciones nos han llevado a explorar nuevos modos de relación, pero también a confundir libertad con desconexión.
Las generaciones más jóvenes crecieron escuchando que el amor no debe doler, que el apego es una trampa y que la independencia emocional es sinónimo de fortaleza.
Sin embargo, en ese intento de protegerse, muchos terminaron por blindar el corazón. Por eso, hoy vemos una abundancia de vínculos breves, historias sin nombre y relaciones que no llegan a ser.
La sexualidad sin vínculo
En este contexto, la sexualidad sin vínculo aparece como una tendencia cada vez más común. Representa el deseo de disfrutar del cuerpo sin comprometer las emociones, de vivir experiencias placenteras sin ataduras.
Y aunque en algunos casos puede vivirse de forma consciente y saludable —como una elección libre y coherente con el propio momento vital—, en otros puede convertirse en una forma de evasión: una manera de sentirse acompañado sin realmente estarlo.
«El riesgo aparece cuando se utiliza el contacto físico para llenar vacíos emocionales o calmar la soledad».
Cuando el cuerpo busca cercanía, pero la mente y el corazón permanecen cerrados. En esos casos, el deseo deja de ser un acto de conexión y se transforma en un acto de huida.
El desafío de los nuevos códigos
Vivimos en una época donde palabras como ghosting, situationship o slow love se han normalizado. Nos enfrentamos a un nuevo lenguaje afectivo que redefine las reglas del juego, pero también genera confusión.
«En medio de tanto cambio, muchas personas sienten que se pierden entre la necesidad de vincularse y el miedo a hacerlo».
La pregunta entonces no es si debemos seguir estos nuevos códigos, sino qué queremos realmente experimentar en nuestros vínculos.
Porque, más allá de las tendencias, todos seguimos buscando lo mismo: sentirnos vistos, elegidos y comprendidos.
Volver al sentido del vínculo
Vincularse no es perder la libertad, es compartirla. Es reconocer que el otro no viene a completarnos, sino a acompañarnos en el viaje.
Y desvincularse, cuando es necesario, también puede ser un acto de amor propio, siempre que se haga con respeto y claridad.
Las nuevas formas de (des)vincularse nos invitan a reflexionar sobre nuestra manera de amar, de desear y de cuidar.
Porque más allá de las etiquetas, lo que verdaderamente transforma nuestras relaciones es la autenticidad con la que nos mostramos.
María Luisa Cuenca
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