
Madres que se detienen… ¿soledad o rendición?
mayo 12, 2025
Reconcíliate con el dinero
mayo 26, 2025Escuchar a una mujer decir “me quedo por mis hijos” se ha vuelto casi una frase automática cuando se habla de relaciones dañinas, de vínculos rotos, de parejas que ya no funcionan. Pero cuando miramos más de cerca, con honestidad y sin juicio, la pregunta inevitable aparece:
¿Es realmente por los hijos que no te vas… o hay algo más?
Muchas mujeres permanecen en relaciones tóxicas, incluso sabiendo que no son amadas, respetadas o valoradas. Saben que están apagándose un poco cada día, que sus emociones están al borde, que la angustia es rutina y la soledad se vive incluso acompañadas. Y sin embargo, se quedan.
Dicen que lo hacen por los hijos, porque “no quieren que sufran”, que no soportarían separarlos de su padre, que “es mejor que crezcan con ambos en casa”, que no quieren “romper la familia”.
Pero, ¿qué clase de familia estamos defendiendo cuando el amor ya no está presente? ¿A qué modelo de convivencia los estamos exponiendo cuando lo que reina es la tensión, el maltrato o la indiferencia?
Decir que lo hacemos por los hijos a veces funciona como una forma de evitarnos una verdad mucho más dura: que tenemos miedo.
- Miedo a empezar de nuevo.
- Miedo a no poder solas.
- Miedo a equivocarnos.
- Miedo a enfrentar la culpa, la crítica, el qué dirán.
Y es humano sentirlo. No estamos falladas por tener miedo. Pero no podemos usar a los hijos como escudo para no mirar de frente lo que en realidad nos detiene.
Porque los hijos también perciben. Perciben la tristeza silenciada, el gesto endurecido, el cuerpo tenso. Perciben cuando no hay amor, aunque no vean gritos. Y muchas veces, más que una familia “junta”, lo que realmente necesitan es un entorno sano, donde mamá se mire con ternura, donde papá no sea una amenaza, donde puedan crecer libres de conflictos soterrados.
Quedarse por los hijos puede ser, en ocasiones, un modo de postergar una decisión que sabemos inevitable. Pero también puede ser una trampa emocional que nos lleva a sacrificar nuestra salud mental y emocional creyendo que eso los protege. Y no.
«Los niños no se salvan con sacrificios. Se salvan con modelos sanos, con verdad, con vínculos cuidados».
Entonces, no se trata de juzgar a quienes se quedan. Cada historia tiene sus tiempos, su dolor y su contexto. Pero sí se trata de hacernos una pregunta honesta: ¿Me estoy quedando por ellos… o porque no sé cómo irme?
Porque hay salidas posibles. Porque hay redes, recursos, ayuda. Porque no estás sola. Y porque los hijos también merecen ver a su madre feliz, viva, en paz. No solo sobreviviendo.
Quizás, lo más amoroso que puedes hacer por ellos… es comenzar a hacer algo por ti.
Hablemos…
María Luisa Cuenca
@marilupsico
+54 9 11 2773-8743
marilupsico27@gmail.com